lunes, 25 de noviembre de 2013

ABRAZAME


El día amaneció con un cielo muy particular, como el más perfecto mes de noviembre en el otoño, hasta que pude apreciar una nube fuera de lugar y con ella vislumbré que hoy sería un día de gran crecimiento para mi alma y a media mañana supe que era cierto, me encontré por mis caminos a alguien que me dijo: ¡Abrázame, ya no sé qué hacer con mi maldita vida!, transfigurándose así mis ojos en dos lagos salados e infinitos al pensar que sí, que momentáneamente era lo único que podía hacer, abrazarlo para apoyarle y mientras le imprimía toda mi luz en el acto, supe que justo en este día deberíamos confundirnos todos en un abrazo único, en un abrazo mundial que supliera cualquier carencia humana y nos diera la paz perdida en los laberintos abismales que cada uno de nosotros está protagonizando en estos momentos. 

Mi día fue creciendo, mientras que el sol obscureció mi espíritu al enterarme que a una compañera de trabajo le diagnosticaron cáncer y sentí que mis alas siempre prestas a volar eran truncadas, percibiendo cómo mis palabras viajaban al silencio de mis profundidades y con ellas se cocían en mis adentros todos los momentos que habíamos compartido y que tanto me gustaría seguir disfrutando, por lo que me conecté de nuevo con un abrazo único, maravilloso, como si fuese el último, pero a la vez, como si fuese el que la salvaría en su inminente batalla. 

La tarde inició, brotó como una ligera llovizna que amenazaba con transformarse en un terrible huracán y atisbé así a escuchar los rumiantes alaridos de un querido amigo que se consume en una depresión absoluta, que rehúye de sí mismo y de los que lo aman, que camina sin caminar por su mundo, trepado en una nebulosa gris que lo asalta y lo confunde haciéndolo preso de él mismo e impidiéndole ver los mágicos caminos de su vida, que momentáneamente están pintados en su mente por las confusiones irresolutas de su amarillo pasado y mal adornados por la agonía olímpica al tratar de descifrar su incoloro futuro y al estar tan distante mío no lo pude abrazar, me sentí abrumada, impotente, hastiada de la fulana distancia y llena de nostalgia, porque cada día veo cómo sufren tantas y tantas personas que no tienen para alimentar a sus hijos, que no tienen para adquirir sus medicamentos, que no saben leer ni escribir, de ver cómo mueren tanta personas buenas y amables, de ver que mi país se convierte en invivible y protector de las malos servidores del estado, de ver que las personas ya no saben amar y que no saben que con un sólo abrazo, con un único abrazo, dado con el verdadero amor de nuestras almas, sanaríamos el mundo, sanaríamos todas las heridas, las enfermedades, la falta de unión en las familias y la falta de amor en nosotros mismos, si tan sólo nos diéramos un tierno abrazo cuando nos toque la gracia de despertar con vida y empezar a ocuparnos con valentía de la realidad que nos ha tocado vivir o de la que en el transcurso de ésta hemos elegido hacer y tener.

Así, que en esta fresca y agradable tarde de otoño, les doy mi abrazo, mi abrazo tierno, sabio, transmutador e inocente, como el que se dan los niños , no lo desperdicien y síganlo multiplicando en sus pasos, muchos lo necesitan, muchos lo necesitamos para sanar física, mental y espiritualmente.



Autora: Julia Angélica Maríñez

La Romana, República Dominicana 
Noviembre 22,2013

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